Newsletter de cultura española de Agosto 2011

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Typical Spanish

Traje Folklore Andalucia - Sureño
Traje Folklore Navarra - Norteño
Los trajes típicos españoles

Es complicado hablar sobre los trajes típicos españoles porque a menudo se da el caso de que una misma comarca tiene varios; e incluso podemos llegar a ver pueblos que tienen uno propio muy diferente del resto de los de su provincia.

Como sucede con otros países no debemos esperar que el uso de vestidos y trajes tradicionales sea muy antiguo. En la mayoría de lugares no se tiene constancia de la existencia de estas vestimentas hasta principios del siglo XIX, en pleno auge del Romanticismo, con su potenciación de los rasgos diferenciales entre nacionalidades y pueblos. De ahí que muchas de estas ropas parezcan más un traje de gala que un verdadero traje o vestido campesino.

Por supuesto no todos los trajes típicos de España son del tipo “flamenco”. Puede incluso que el visitante se extrañe al comprobar que la vestimenta que él creía tradicional y común del país sólo es propia de una zona en concreto, la andaluza. Mientras en el sur abundan los tejidos coloristas en el resto de España podemos encontrar vestidos en los que predomina el negro y el blanco.

Muchos especialistas distinguen dos tipos de trajes regionales: los sureños, ajustados en la cintura y muy vistosos; y los norteños, son trajes con faldas cortas y abultadas, normalmente de cuadros acompañados con delantales y mantillas al hombro. Otros, además, añaden una tercera categoría que correspondería a una región “central” en la que los trajes adoptan características tanto del tipo sur como del tipo norte.

Por ejemplo: los vestidos típicos de Galicia, Cantabria, Asturias, País Vasco, Navarra, Aragón, La Rioja, Cataluña y Castilla León pertenecerían a la categoría “norte”: trajes inspirados en el modo de vida campesino de colores sobrios y los que se les añaden elementos como un calzado característico (la albarca o zueco), mullidas enaguas, motivos de encaje y medias blancas.

La categoría sur estaría monopolizada por el conocido de todos estilo “andaluz”: vestidos ceñidos, de colores llamativos y con motivos florales o de lunares, faldas con volantes que recuerdan flores como el clavel o la rosa acompañados de zapatos de tacón alto pero un tanto grueso que pueda permitir el “taconeo” durante el baile.

Si hablamos de una categoría central debemos centrar nuestra mirada en la zona de Extremadura, Castilla La Mancha, Madrid y Valencia. Como ya dijimos unen características de norte y sur.  Podría resumirse en “cortes” norteños con un colorido “sureño”. De hecho, si sustituyésemos sus colores por el negro o el blanco veríamos un tipo de traje prácticamente septentrional.

¿Y en las islas? Tanto en Canarias como en Baleares los trajes típicos se han desarrollado de manera curiosa. En ambos casos priman los tejidos sencillos y ligeros, propios de climas templados. En el caso del canario nos llama la atención su falda colorida y el detalle de un sombrero fabricado en fibra vegetal mientras que el austero balear destaca por el rebosillo, o capucha hecha de material fino que cubría cabeza, espalda y pecho.

Claro está, esto es una generalización y le faltan algunos detalles, como descripciones de los trajes masculinos. Así que esperamos que esta modesta introducción sirva para que el lector investigue y descubra esta curiosa parte de nuestra cultura.

Ciudad destacada

Feria de Málaga
Feria de Málaga
Málaga. La Feria de Málaga

En pocos sitios se está mejor que en Málaga en pleno agosto y si a eso le añadimos una buena fiesta mejor que mejor. Si estáis por ahí este mes no os perdáis la Feria de Málaga que tendrá lugar del 12 al 21 (¡9 días!).

Las celebraciones comienzan poco antes de la medianoche, con el pregón que inaugura oficialmente la feria. El pregonero debe darse prisa pues a medianoche comienza un espectáculo de fuegos artificiales, luces y sonido que se prolonga durante media hora.

La noche siguiente, la del primer sábado de festejos, a las 9:30 el alcalde de la ciudad enciende la iluminación del Real de la Feria. A partir de ese momento el centro urbano se convierte en un lugar en el que pasar un buen rato bailando, tomando vinos, escuchando música en directo o disfrutando de unas tapas. Casetas no van a faltar, desde luego.

La devoción no falta durante estas fechas: tiene lugar la Romería, que une a malagueños a pie, caballistas y carruajes camino del Santuario de la Victoria, donde se hace una ofrenda floral a Santa María.

A eventos tradicionales como los toros o las exhibiciones ecuestres se suman otros más modernos como talleres, exposiciones y conciertos haciendo que haya lugar para todos durante la semana de fiesta.

Si no sabéis qué hacer durante los últimos días de agosto no perdáis el tiempo e id a Málaga. Seguro que lo pasáis mejor que bien.

Personaje famoso

Arturo Pérez Reverte
Arturo Pérez Reverte
Arturo Pérez Reverte

Es uno de los escritores españoles contemporáneos más conocidos. Siempre polémico, de él se dice que o se le ama o se le odia pero a nadie le resultan indiferentes sus obras o artículos.

Arturo Pérez-Reverte, académico de la lengua española y ocupante del sillón “T”, nació en Cartagena (Murcia) en 1951. Poco se sabe de su niñez y juventud, así que se podría decir que su biografía comienza al licenciarse en Periodismo, en 1973.

Su carrera, y algunos dicen que su carácter descreído, se forjó durante más de dos décadas como corresponsal de guerra para el diario Pueblo (12 años) y posteriormente para Televisión Española (9 años). La lista de conflictos que cubrió parece interminable: la guerra del Líbano, la guerra de Eritrea, la campaña de 1975 en el Sahara, la guerra del Sahara, la guerra de las Malvinas, la guerra de El Salvador, la guerra de Nicaragua, la guerra del Chad, la crisis de Libia, las guerrillas del Sudán, la guerra de Mozambique, la guerra de Angola, el golpe de estado de Túnez… hasta llegar a aquellos conflictos cuyas crónicas le harían conocido para el gran público: el Golfo Pérsico (1990-91), Croacia (1991) y Bosnia (1992-93-94).  

Durante su estancia en Televisión Española también fue conductor del espacio radiofónico “la ley de la calle” y presentador del programa televisivo “Código Uno”. Ambos centrados en la crónica negra y marginal española. Además iniciaría su labor como columnista del SemanalXL (suplemento dominical editado para 25 periódicos),  tarea que todavía continúa.

Si bien comenzó a dedicarse plenamente a la escritura hacia 1994, lo cierto es que Pérez-Reverte ya había editado con éxito varias novelas como “El húsar” (1986), El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990), El club Dumas o (1993), La sombra del águila (1993). Como escritor a tiempo completo ha publicado Territorio comanche (1994), Un asunto de honor (Cachito) (1995), Obra Breve (1995), La piel del tambor (1995), Patente de corso (1998), La carta esférica (2000), Con ánimo de ofender (2001), La Reina del Sur (2002), Cabo Trafalgar (2004), No me cogeréis vivo (2005), El pintor de batallas (2006), Un día de cólera (2007), Ojos azules (2009), Cuando éramos honrados mercenarios  (2009) y El Asedio (2010). Actualmente es uno de los literatos españoles más prolíficos y su obra se ha traducido a 34 idiomas.

Mención aparte merece su serie de novelas protagonizadas por Diego Alatriste y Tenorio, antiguo soldado de los Tercios y espadachín a sueldo conocido como “Capitán Alatriste” aunque tuvo esa graduación. La saga comenzó en 1996 y, a día de hoy, cuenta con seis títulos. Estas historias tienen multitud de fans y han servido para que el gran público conozca la época del Siglo de Oro tanto en sus momentos más brillantes como en sus más oscuros sucesos.

Su estilo, tanto en la saga de Alastriste como en sus otras novelas, se caracteriza por un lenguaje sencillo, muy a menudo duro, y por el retrato de personajes fuertes, seguros de sí mismos, inquebrantables, en ocasiones cínicos obligados a quebrantar la ley pero con un código de honor propio. No es de extrañar entonces que su discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua Española tratara el lenguaje de los bandidos y canallas durante el siglo XVI y XVII.

Actualmente Arturo Pérez-Reverte es uno de los escritores con más éxito pero también uno de los más controvertidos. Si para sus admiradores se trata de una persona “auténtica”, sin pelos en la lengua y de los pocos que expresan su opinión sin miedo a lo “políticamente correcto”; para sus detractores se trata de un escritor grosero, pesimista por vicio, excesivamente cínico, insensible y demasiado gruñón.

Sea como sea es de los pocos autores que puede permitirse el lujo de vivir exclusivamente de sus libros y de, como dice él mismo, de “echarle imaginación al asunto”. Y eso ya es muy digno de admirar.

Receta española

Gachas
Gachas
Las Gachas

Dentro de las recetas básicas españolas hay una mención de honor para las gachas. Aunque tradicionalmente se han ligado a la región de la Mancha lo cierto es que se elaboran prácticamente en toda la mitad sur de la península ibérica y en algunas zonas de Aragón y Valencia. Se podría decir que es un plato mucho más extendido que alguno más famoso como la paella o el gazpacho.

¿Por qué entonces es tan poco conocido? Quizá se debe a que, admitámoslo, las gachas son un plato “feo”: una especie de papilla de color parduzco elaborada con harina tostada y agua a la que se le pueden añadir otros ingredientes como tocino, pimentón o sal al gusto.

Pero como dijo aquel chef fránces “cuando un plato es bonito es que no está bueno y cuando un plato es feo es que gusta a todos”.

Y ese es un dicho que perfectamente puede describir a las gachas. Quizá en un primer momento nos resulten extrañas, pero una vez hemos tomado una cucharada notaremos un sabor parecido al del pan con una curiosa textura. Casi, casi cocina molecular.

La historia de esta especialidad es tan sencilla como su elaboración: como las migas es una receta típica de pastores, que a menudo tenían que improvisar una comida o cena para varias personas con algo que cupiera en su zurrón. Y nada con más rendimiento que la simple harina.

Ya dijimos que están bastante extendidas, así que es de imaginar que existen variaciones entre comarcas. En la misma Mancha podemos encontrar las de Cuenca, que se elaboran con champiñones y patatas; en Aragón se las conoce como “farinetas”  y se les añade ajo y panceta fritos; en Valencia se cocinan con tomate, bacalao o caracoles; en Murcia se preparan con pimienta y clavo de olor.

El mayor número de variaciones se encuentra en Andalucía donde podemos encontrar, entre otras muchas las gachas de matanza, con productos como la morcilla y la manteca; y las “colorás”, con pimientos, tomates y longaniza.

Tanto en Andalucía como Extremadura existen varios tipos de gachas dulces. Las más conocidas son las malagueñas, con azúcar, anís, leche o miel de caña de azúcar; y las “poleas” extremeñas, propias de navidad y elaboradas además de con anís con limón y canela.

Así pues os aconsejamos que, si tenéis la oportunidad, probéis las gachas. Seguro que hay alguna modalidad que os gusta.

Dicho popular

Poner una pica en Flandes”. Si habéis llevado a cabo con éxito una tarea complicada, que ha requerido mucho esfuerzo, cuya consecución os ha dejado agotados y que, además, nadie antes ha podido completar antes habéis puesto “vuestra pica en Flandes”.

Sin duda es un dicho muy sonoro, que suena a algo épico. Y en cierta manera su historia dice que fue así.

Como ya sabéis Flandes (actualmente en Bélgica y cierta parte de los Países Bajos) y España formaron parte de la misma corona durante el reinado de la dinastía de los Austrias. Igualmente conoceréis la guerra de los ochenta años, tras la cual los flamencos obtuvieron la independencia del Imperio Español.

Fue una guerra larga y extenuante para los soldados españoles integrantes de los míticos Tercios que, además de un largo recorrido desde sus ciudades natales hasta aquellas tierras del norte que incluía un rodeo por Italia (pues Francia era enemiga acérrima de España), tenían que pelear contra un enemigo que era más numeroso, conocía mejor el terreno y, encima, luchaba por sus bienes y su forma de vida. Se suele decir que para las huestes españolas Flandes fue lo que Vietnam para el ejército norteamericano.

Conseguir un triunfo se hacía duro y conquistar una ciudad costaba sangre, sudor y lágrimas. Aquellos que conseguían hacerlo realmente habían llevado a cabo una hazaña. Y con el tiempo los veteranos llegarían a comparar cualquier dificultad pasada en su vida con el momento en el que plantaron sus picas (armas parecidas a lanzas) en territorio flamenco.

Pocas de nuestras máximas tienen un origen tan claro, pero esta no es la única que debemos a aquellos piquetes. Hay otra muy curiosa que da idea de los avatares de sus tareas y resume perfectamente sus vidas “España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura”.

Pero esa es otra historia de la historia.

Vocabulario

Campo semántico: El tiempo

Aquel que piense que en España no nos preocupamos por el paso del tiempo se equivoca. Lo hacemos… y mucho. Prueba de ello es la cantidad de vocablos que utilizamos referidos al paso del tiempo. Aquí tenéis algunos de ellos un poco diferentes a los que conocemos.

Añada: utilizado mayoritariamente por los aficionados al mundo del vino esta se refiere, además de a la cosecha, a un periodo de un año.

Bienio: se trata de un periodo de años. A los aficionados a los certámenes culturales les sonará pues hay muchos “bienales”.

Calenda: con esta palabra los antiguos romanos se referían al primer día de cada mes. Sin embargo ahora se utiliza coloquialmente para referirse a una época pasada.

Centuria: se podría decir que este es el sinónimo culto (aunque algo anticuado) de “siglo”. Cien años.

Ciclo: periodo de tiempo que, una vez finalizado, se vuelve a contar de nuevo. Como ejemplo ponemos la teoría de algunos economistas según la cual las crisis se repiten en ciclos de entre cinco y diez años.

Cuarto: se trata de los periodos de quince minutos que componen una hora. Si habéis estado en España en nochevieja los conoceréis. Siempre hay alguien que, a la hora de tomarse las uvas, confunde las campanadas de los cuartos con las que dan la hora.

Eón: periodo indefinido de tiempo de larga duración. Por ejemplo: no podemos decir que la extinción de los dinosaurios tuviese lugar un 14 de marzo del año 65 millones antes de Cristo, así que decimos que tuvo lugar hace eones.

Época: tiempo que se distingue por los hechos en él ocurridos. Por ejemplo “la época de los romanos” o “la época de los caballeros andantes”.

Era: muy semejante al término anterior pero con la diferencia de que la “era” designa un tiempo histórico relevante por algún tipo de innovación o cambio en una cultura. Por ejemplo “la era de los descubrimientos” o “la era atómica”.

Etapa: periodo delimitado en el tiempo durante en el cual se lleva a cabo la parte de una tarea. Supongamos que tenemos que hacer una mudanza. Una fase sería la de meter todo en cajas, otra la del tiempo del viaje de la antigua casa a la nueva…

Intervalo: en cuanto a lo que nos ocupa, esta palabra se refiere a la distancia que hay de un tiempo a otro. Suena alto metafísico pero es simple: ¿tenéis un descanso de 15 minutos entre clase y clase? Pues bien, ese cuarto de hora es un “intervalo”.

Jornada: equivale a decir “día” o periodo de 24 horas aunque se utiliza más designar el número de horas que se pasan en el trabajo.

Lapso: paso de cierta cantidad de tiempo. Suponed que lleváis el coche a reparar y el mecánico os dice “el motor estará arreglado en el lapso de una semana”.

Lustro: se refiere a un periodo de cinco años. Su nombre proviene del “lustrum”, una festividad romana de purificación que se llevaba a cabo cada cinco años. 

Plazo: tiempo señalado para algo. Seguro que habéis visto la típica película de secuestradores en la que el jefe de la banda dice “quiero un millón de dólares, si en el plazo de dos horas no los tengo dispararemos”.

Racha: periodo breve de inexplicable suerte o desgracia. No hace falta que expliquemos más. Todos hemos sufrido una de estas.

Estos son algunos de los que podéis encontrar en libros o en prensa. Por supuesto nadie en un bar os va a preguntar si el segundo bienio de la primera centuria de esta época ha sido representativo de la era de la información. Y si alguien lo hace responded que en la sociedad ha estado en racha en ese lapso pero preferís esperar a que pase un lustro para hacernos una idea.

CalandracaPor alguna razón que se nos escapa el sonido de esta palabra es gracioso. Quizá se deba a la repetición de la “a” o a la brusca combinación de la “c” oclusiva y la “r” vibrante o al hecho de que para decirla debemos tener la boca abierta y la lengua parece hacer acrobacias.

Sea como sea este término es uno de los casos de polisemia más curiosos que nos hemos encontrado.  Por un lado, en jerga marinera, se llama “calandraca” a una sopa aguada que se hacía cuando los víveres escaseaban con las galletas que quedaban en la bodega de los barcos. Por otro, en Murcia (España), viene a designar una charla molesta y enfadosa; la típica conversación que no nos queda más remedio que seguir para no quedar como maleducados. Y finalmente, en América se llamaba de esta manera a los trapos que no tenían utilidad; y con el paso del tiempo pasó a ser sinónimo de persona ridícula.

¿Cómo encajan todas estas acepciones? Quizá un buen día un marinero destinado en Cartagena expresó la similitud entre una conversación especialmente molesta y lo fastidioso de comer una sopa de trozos de galleta dura. Posiblemente alguien lo oyó y en algún puerto americano afirmó que los trapos con los que limpiaba la cubierta eran igual de inútiles que una conversación pesada. Y, a lo mejor, quién  escuchó aquello comparó a un trapo viejo con un conocido que vestía de manera estrafalaria.

Seguramente estamos especulando pero es lo que tienen estas palabras tan curiosas; que de alguna manera extraña hacen volar la imaginación.

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